Teñir con el perfume de la contemplación que brinda el Modo de Ser a nuestra intensa dinámica cotidiana es una condición impostergable para cultivar nuestra salud mental.
La meditación de la atención plena no se centra en el mantenimiento de un estado mental concreto porque jamás lograremos, por más que nos empeñemos, el mantenimiento de un determinado estado mental. La meditación nos enseña a permanecer presentes y atentos a cada instante, con un corazón cada vez más abierto y una visión cada vez más clara. La meditación nos enseña a abrirnos, a amar con todo nuestro corazón y a no tener miedo a expresar ese amor. La meditación nos enseña, aun en los momentos más difíciles, a desidentificarnos de los inevitables altibajos de la vida y a vernos, de ese modo, menos afectados por los cambios, independientemente de que sean dolorosos o placenteros. La meditación nos enseña a amar y a descubrir el modo de abrirnos, aun en las situaciones más difíciles, a todos los aspectos de nuestra mente.
La conciencia meditativa relaja la tensión y cura el cuerpo. La meditación sosiega nuestra mente, abre amablemente nuestro corazón y estabiliza nuestro espíritu. Nos enseña a vivir más plenamente la realidad presente y a ver con más claridad a las personas con las que convivimos y el mundo en que vivimos. El ejercicio de la atención plena nos torna más presentes de modo que, cuando paseamos por el parque, no pensamos en lo que sucedió ayer, en los problemas laborales ni en las facturas que nos quedan por pagar. La atención plena nos enseña a estar donde estamos, porque ser conscientes del momento presente es, de hecho, la única posibilidad con que contamos y, si la desaprovechamos, no tardará en desvanecerse.
La meditación nos enseña a satisfacer nuestros deseos más profundos, a descubrir la libertad y la felicidad internas y a alcanzar una sensación de unidad con la vida. De este modo, podemos llegar a descubrir más claramente quiénes somos y un modo más sabio de vivir esta extraña vida a la que hemos nacido. La práctica nos ayuda a descubrir de qué va todo el proceso de la vida y de la muerte. Y lo único que, para ello, necesitamos es el ejercicio disciplinado de la atención plena y la conciencia necesaria para asentar una sensación de equilibrio interior que nos permita ver y aprender de todo lo
que hay, tanto dentro como fuera de nosotros.
El espíritu que necesitas llevar a la meditación es el de la apertura, el descubrimiento y la observación. Siéntate, camina y aprende a prestar atención al momento presente. Aprende a concentrarte de manera consciente y equilibrada y observa tu respiración, tu cuerpo, tus emociones y tu mente.
Fragmento de MEDITATION FOR BEGINNERS, by Jack Kornfield
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